El respeto (敬 Kei), se encuentra entre el segundo de los cuatro principios asentados por Sen no Rikyu en el siglo XVI, base del Cha no yu.
En lo relativo a la Ceremonia en sí, se refiere al respeto establecido entre el anfitrión y los invitados, respeto ante uno mismo y ante los demás, ante lo que compartimos (el té, los dulces y la experiencia) y ante lo que nos rodea, en definitiva ante la naturaleza. En el contexto que nos ocupa, a todos los participantes se les trata como si tuvieran el mismo rango, de ahí el trato a todos con similar respeto. Ademas, hay un esmero y un cuidado especial (de nuevo el respeto), en el modo de tratar los utensilios utilizados.
La expresión del respeto
Más allá de entender el respeto como la capacidad de comprender y aceptar a los demás, incluso a aquéllos con los que estamos en desacuerdo, en la sociedad japonesa el respeto por el otro supone todo un código de honor y comportamiento. Código que, en lo relativo a las expresiones se traduce en varios niveles de lenguaje educado, respetuoso y humilde.
Reverencia
El Kei se refiere también a la reverencia cómo signo exterior de respeto. Utilizadas para saludar, para dar las gracias o para pedir disculpas, no todas las reverencias son iguales, el contexto y el significado las hace diferentes. Así mismo, la inclinación varia según el género, la ocasión y el estatus social.
En el ámbito al que nos referimos, nos encontramos con la reverencia que el anfitrión hace ante la entrada de la sala de té, la realizada en el interior ante el kakemono, la ofrecida ante cada participante; las llevadas a cabo entre los mismos invitados, y las que se hacen al abandonar el cha shitsu.
El saludo original, atama wo sashidasu, 頭を差し出す, significa: “extiende/entrega la cabeza”, lo que vendría a suponer que estamos poniendo nuestra parte más débil en manos del contrario, en un acto de confianza y respeto por el otro. Algo que en las antiguas Ceremonias del té entre samurais, se extendía hasta la costumbre de dejar las armas fuera del recinto.