Hacia mas de un año que había escuchado hablar del kombucha, exactamente en Japón. Recolectando té en la zona de Uji, me contaron que una americana estaba impulsando en N. York, el “método kombucha”. Me explicaron en qué consistía y, como no, mí curiosidad se disparó.
Estuve un tiempo indagando… hasta que hace un par de días, en un pequeño establecimiento en las faldas del Himalaya, gestionado por unos tibetanos, encontré el “té kombucha”. Allí, presidiendo la carta, con un precio exagerado, e implorando “pídeme”.
Ácido y fuerte
En mi vida me he encontrado con algo más desagradable. Ya el olor te hace desconfiar. Ácido y fuerte hasta decir “basta”. Incluso si entre sus ingredientes hay verdadero té (verde, negro o rojo, azúcar de coco, y el hongo kombucha).
Colonia de microorganismos
La kombucha es una bebida obtenida a base de té endulzado fermentado mediante una colonia de microorganismos gelatinosa. El hongo para desarrollarse necesita que se den unas condiciones determinadas, el caso es que al parecer aquello tiene unas propiedades increíbles.
La “baba” del hongo
Yo seguía mal del estomago, con el puñetero: “Belly Delhy”, así que si bien en un primer momento pensé que aquello podía ser bueno para mi salud, tras dar un sorbo mas, agitarlo y extraer la “baba” del hongo, decidí que mi tripita y mi cabeza no estaban en condiciones de asimilarlo debidamente, y dejé aquella joya de la sabiduría oriental, abandonada a su suerte.