Pu-erh

La profundidad del puerh: un legado del tiempo

Dentro del vasto universo del , el pu-erh ocupa un lugar aparte. No es solo una bebida, sino una expresión del tiempo, de la paciencia y de la transformación. Originario del suroeste de China, el pu-erh se elabora a partir de la Camellia sinensis var. assamica, de hojas grandes y robustas, apreciadas por su tamaño, riqueza y capacidad de maduración. Cultivado principalmente en la provincia de Yunnan, muchas de las plantas son incluso árboles antiguos o semisalvajes (los famosos gu shu), que aportan carácter y profundidad al té.

Por otro lado, la variedad sinensis sinensis (la que se cultiva más en China oriental, Japón y otras zonas) tiene hojas más pequeñas, y suele usarse para tés verdes, blancos y oolongs más delicados. Su perfil es más fino, pero menos adecuado para procesos de fermentación y envejecimiento prolongado.

De cualquier modo, lo que distingue al Pu-erh de otros tipos de té es su proceso de fermentación, que puede ser natural y lento (Sheng) -crudo o verde-, o acelerado mediante un método húmedo desarrollado desde los años 70 (Shu) –maduro o cocido-.

El resultado es un té con cuerpo, de gusto profundo y terroso, que evoluciona con el tiempo. El pu-erh ha sido consumido durante siglos no solo por su sabor, sino también por sus propiedades digestivas, depurativas y su baja astringencia. En la tradición china se considera un té ideal para después de las comidas, ya que ayuda a metabolizar las grasas y facilita la digestión. Su complejidad lo convierte en una elección perfecta para los amantes del té que buscan sensaciones intensas y meditativas.

Shu Cha Da Ye: serenidad líquida

El Shu Cha Da Ye es un ejemplo excepcional del estilo Shu (cocido o fermentado). Su nombre hace referencia al uso de grandes hojas («Da Ye») y a su proceso de fermentación, que le confiere una suavidad y redondez notables con el paso de los años. En este caso, al tratarse de un pu-erh envejecido desde 2002, su perfil es maduro y profundo.

Visualmente, ofrece un licor oscuro, con tonos rojizos o ámbar profundo. El aroma recuerda a un bosque húmedo, tierra mojada, madera antigua, frutos secos y a veces incluso a pan de centeno. En boca es sedoso, sin amargor, y su retrogusto largo y cálido deja una sensación reconfortante. Cada sorbo es una invitación a detenerse, a entrar en contacto con uno mismo y con el ritmo pausado del tiempo.

Este tipo de pu-erh es ideal para momentos de introspección: una tarde tranquila, una noche de invierno, o como acompañamiento para la lectura o la escritura. Su carácter terroso y equilibrado lo hace perfecto para rituales personales y para quienes buscan un té que no se imponga, sino que acompañe.

Teína, ritmo y momento adecuado

Una de las virtudes del pu-erh shu es su efecto suave y sostenido, con un contenido en teína moderado que suele ser más bajo que en otros tés, especialmente cuando ha sido envejecido durante años.
A diferencia de tés verdes o negros más jóvenes, donde la teína puede generar un efecto estimulante inmediato, el shu pu-erh libera esta sustancia de forma más lenta y suave. Esto significa que proporciona una energía calmada, sostenida y sin los picos de activación propios de otros tipos de té.

Por esta razón, puede ser consumido por la tarde e incluso por la noche, sin alterar significativamente el sueño en personas sensibles a la teína. De hecho, muchos amantes del pu-erh lo incluyen en sus rituales nocturnos como una forma de recogimiento y calma.

En verano, una forma ideal de disfrutarlo es tras infusionarlo entre 3 y 5 minutos a la temperatura adecuada —entre 85ºC y 95 ºC— dejar que enfríe lentamente en la nevera. También puedes optar por un cold brew, una infusión en frío, larga y delicada, que extraiga su lado más suave y aterciopelado.

De manera que si buscas una infusión que te mantenga centrad@, que te acompañe en procesos creativos o meditativos sin interferir con tu descanso, el shu pu-erh —y en particular un ejemplar maduro como este del 2002— es una opción ideal. Además, puedes re-infusionar sus hojas varias veces, descubriendo nuevas capas de sabor y profundidad en cada preparación.

Y en todo caso recuerda, cada organismo tiene su propio ritmo. Escucha cómo reacciona tu cuerpo al té y obra en consecuencia. En el fondo, el paladar más sabio para ti es el tuyo.

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