Un modo de ser y de estar ante el mundo
El wabi-sabi, -literalmente en japonés “simplicidad humilde”-, es el rasgo más característico de lo que se considera la belleza tradicional japonesa. Se basa en la belleza de las cosas imperfectas, mudables e incompletas, en la belleza de lo modesto y humilde, en la belleza de lo no convencional. Puede llegar a ser un modo de vida, una forma de hacer, de moverse, de hablar y comunicar, en definitiva un modo de ser y estar ante el mundo.
Una antigua filosofía japonesa
El wabi sabi es una filosofía japonesa nacida alrededor del siglo XIV que surgió como reacción a la perfección y suntuosidad china de siglos precedentes. Dice la leyenda que los japoneses del siglo XIV decidieron aplicarlo a la venerada ceremonia del té, saliendo de sus suntuosos palacios para sentarse en habitáculos fabricados con materiales humildes, en los que se sentaban (y se siguen sentando), en el suelo o en asientos de madera, mientras participaban en el meticuloso ritual de la Ceremonia. El acercamiento a la naturaleza y la sencillez, y el paralelismo con el resto de los “caminos de vida” del imperio nipón, glorificaban la ceremonia.
Adaptar la mirada a lo mutable
Resulta un aprendizaje fascinante adaptar la mirada a lo mutable y a la búsqueda de las imperfecciones hermosas de lo que nos rodea. Es ese respirar el que me impulsa a ser yo misma, a reivindicar mi singularidad, y a seguir aprendiendo siempre con lo que vivimos y experimentamos.
Cada Cha no yu vivimos un momento de wabi-sabi muy especial, de apariencia cercana a anteriores Ceremonias, y particularmente original, exquisito y único. Cómo la experiencia compartida la última Ceremonia del té en Massalma.