Mis comienzos con el té, hace muchísimos años, fueron con el té negro, caliente, con leche entera y mucha azúcar. Lo recuerdo como una auténtica ceremonia; en ocasiones incluso el té se infusionaba en la misma leche -eso me lo enseñó mi madre-, lo que años más tarde conocí como «té americano».
¿Té solo o con leche?
Pasado un tiempo, cuando me introduje profesionalmente en este maravilloso mundo, una de las cosas que primero me dijeron fue que «el té no se tomaba con leche», ni tampoco con azúcar. Después de probar muchos tés solos, y de aprender a apreciarlos, hoy pienso que mis degustaciones iniciales y las de después, recogían grandes verdades, y que el té puede saborearse solo y en compañía.
Evidentemente cuando quieres apreciar un té en profundidad, cuando tu objetivo es paladear ciertos matices, es preciso tomarlo solo. Ahora, si lo que buscas es otra cosa, una bebida en la que el té sea protagonista -pero no únicamente-, entonces otros ingredientes como el caso de la leche y el azúcar pueden resultar una excelente compañía.
El origen de la leche en el té
Cuando los ingleses comenzaron a importar té de la India en el siglo XVIII, cambiaron algunas costumbres. El proceso de oxidación de la planta de té de la India (Camellia Sinensis Assámica), oscurecía la hoja y atenuaba los tonos florales dándole a la bebida un gusto más intenso y malteado.
Por otro lado, cuando el té empezó a popularizarse en Inglaterra, no se preparaba ni mucho menos como se hace ahora. En general, las hojas de la planta se hervían durante mucho tiempo, y la bebida se dejaba reposar otro tanto, lo que hacía que los taninos emergieran haciendo que el resultado fuera bastante amargo.
Además, era habitual hacer muchas infusiones de las mismas hojas; sin hablar de la cantidad de té adulterado que durante años se tomó en Inglaterra, lo que hacía que el sabor no fuera tan del gusto esperado…
La Ceremonia del té en el Imperio
Todo ello hizo que en Reino Unido se empezará a popularizar la costumbre de añadir leche al té, e incorporar después azúcar al gusto; Con el tiempo, se institucionalizó la costumbre de tomar el té a las cinco de la tarde, lo que se convirtió en un ritual; hoy toda una ceremonia del té en el Imperio Británico en la que no puede faltar la leche. A la pregunta: si la leche ha de servirse antes o después, os responderemos en otro momento.